MarioFIAD

Al respecto señaló que esto no es más que un intento desesperado del gobierno de evadir su responsabilidad por catorce largos años de inacción e incapacidad para resolver los verdaderos problemas de Jujuy. Ellos estuvieron al frente, ellos tuvieron la administración de la provincia, ellos tenían las herramientas y los recursos para disponer de un relevamiento integral y planear soluciones por etapas atendiendo a las necesidades de todos sin distinciones políticas.

Estas acusaciones son de una soberbia extrema y de una miopía que les impide mirar por encima de los propios intereses y comprender que en este momento es necesario una autocrítica que nos ponga a todos los jujeños en un lugar común, desde el que podamos comenzar a trabajar para resolver este problema que no podemos engañar a la gente además, diciéndole que ya se va a solucionar, sino que va a ser un proceso que llevará su tiempo.

Escuchar al gobernador Barrionuevo referirse a la gestión de De la Rúa, nos remite a la última sesión de la Cámara de Diputados en la que logramos sancionar la ley para resolver el problema de los ex empleados de Altos Hornos Zapla que hace veinte años vienen reclamando por derechos que le fueron vulnerados como consecuencia de las privatizaciones dispuestas por un gobierno de igual signo político que nuestro gobernador. Esta es la prueba que remitirnos sistemáticamente al pasado es la semilla de la autodestrucción. Un proceso estéril y hasta insultante para nuestra comunidad en estos momentos.

El indignado discurso oficial que lo único que busca es sacarse de encima la pesada mochila de sus omisiones, no contribuye a resolver el problema habitacional de la gente, el desgobierno y el caos públicamente reconocidos por los principales referentes del oficialismo, sino que además profundiza la crisis social generando en el ánimo de la ciudadanía, la percepción de que lo único que les interesa es preservar su imagen ante la inminencia de las elecciones.

Aquí en Jujuy, es urgente que se restablezca el orden, el respeto por las leyes, por las instituciones, hace falta generar las condiciones necesarias para que podamos construir en vez de destruir, para que podamos trabajar juntos respetándonos, en lugar de que la fuerza se imponga como la vía de satisfacción de las necesidades, enfrentando a pobres contra pobres y mostrándonos la cara más cruel de la miseria.

Y para eso hace falta que alguien conduzca con firmeza y seguridad el timón de este barco que está en medio de la tormenta. Hace falta que cada uno asuma las responsabilidades institucionales que le caben por imperio de la Constitución y que defina cuál es el rumbo que debe seguirse pensando en soluciones que no multipliquen los problemas, sino que sean el camino a la pacificación y las respuestas que la gente está necesitando. Y por sobre todo hace falta que alguien se haga cargo de tomar las decisiones, de ejecutarlas y de asumir el costo de lo que se hizo y de lo que no se hizo.