Nota de opinión
Cuando la intencionalidad va por delante de la veracidad de los hechos
Jujuy, 15 de Noviembre de 2019
Se ha desatado una campaña sistemática y brutal para desacreditar al gobernador de la provincia de Jujuy por el solo hecho de haber recuperado la autonomía y dignidad de una provincia, que nunca más volverá a arrodillarse, históricamente sometida por los gobiernos de raíz kirchnerista y sus variantes circunstanciales.
No se le perdona al gobernador jujeño que haya recuperado la paz en la provincia, denunciando las irregularidades, hechos de violencia y negociados. En ese contexto, no es casual que aparezca una voz proclamando la intervención al Poder Judicial, otra manifestando ilegitimidad en procedimientos en el Poder legislativo y ahora, llegan al extremo, atribuyéndole participación en la inestabilidad institucional producida en Bolivia. Estas acusaciones son absolutamente falsas, temerarias, malintencionadas y totalmente infundadas. Se realizan asociaciones antojadizas y se desatan sospechas sobre fabulaciones de algún, o algunos, irresponsables. Luego se entretejen y se sacan conclusiones que aparecen de manera dispersa como para simular informaciones de dudosas fuentes que van surgiendo pero que nada tienen en común uno con otro. Vaya casualidad. Burda maniobra la que están realizando para descalificar a un gobierno provincial legítimamente elegido por su pueblo. Porque de esto estamos hablando ¿no? De lo repudiable que resulta intentar desestabilizar a un gobierno. Pues bien, recordemos de donde viene Gerardo Morales. Viene de la UCR, viene de la sangre que a fuerza de convicciones devolvió la democracia al pueblo argentino, cuando los dictadores y sus aliados gozaban de buena salud y mantenían sus cuotas de poder. Viene de un partido que con fuerza y en voz alta nunca dejó de hablar de democracia, Constitución Nacional, derechos humanos, cuando a muchos les temblaba la voz y se callaban por miedo. Gerardo Morales viene de ese compromiso, del Nunca Más sellado a fuego en el espíritu del radicalismo, irrenunciable e innegociable. Parece bastante contradictorio que quienes repudian la desestabilización en Bolivia, se conviertan ahora en promotores de la desestabilización de un gobierno provincial. Todo un homenaje a la coherencia. Sorprende aún más que lo hagan a sabiendas de que estos ardides no solo impactan negativamente en la imagen de un gobierno, sino que lo hacen también en todo el pueblo jujeño, toda vez que lo que se busca es socavar las bases de la institucionalidad de la provincia, persiguiendo la desestabilización de sus autoridades constitucionales. Sepan que nuestro pueblo jujeño tiene heridas profundas de años de destrato y de inequidades, de postergación y de aislamiento, y ahora que estamos curando esas heridas y que estamos creciendo y recuperando nuestra provincia, viene el ataque artero a nuestras instituciones. A los promotores de la desestabilización no les importa el sufrimiento del pueblo jujeño, aunque esto no sería una novedad, porque nunca les importó. Mario Fiad